Antecedentes
- En el día mundial de la Salud del año 2011, como respuesta a los múltiples informes de
resistencia bacteriana reportados por los países; los estados miembros solicitaron a la
OPS la elaboración de una estrategia regional y un plan de acción para contener la
resistencia bacteriana, que guiara las políticas y los planes operativos nacionales y se
presentara a los cuerpos directivos.
- En diciembre del año 2013, el GTA (Grupo Técnico asesor) informo a la directora de
OPS la importancia del desarrollo de planes nacionales y actividades prioritarias para
contener el desarrollo de la resistencia a los antimicrobianos.
- En mayo del año 2014, durante la Asamblea Mundial de la Salud se solicita a la OMS la
preparación de un proyecto de plan de acción mundial, por medio de la resolución
WHA67.25
- Finalmente, en mayo del 2015, durante la 68ª. Asamblea Mundial de la Salud se
presentó un proyecto elaborado tras un proceso consultivo con la Organización de las
Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), y la Organización Mundial
de Salud Animal (OIE).
Definición
La resistencia a los antimicrobianos es la capacidad que tienen los microorganismos (como
bacterias, virus, hongos y parásitos) de impedir que los antimicrobianos (como antibióticos,
antivíricos y antipalúdicos y antimicóticos) actúen contra ellos. En consecuencia, los
tratamientos habituales se vuelven ineficaces y las infecciones persisten y pueden transmitirse
a otras personas. El fenómeno es muy preocupante porque las infecciones por
microorganismos resistentes pueden causar la muerte del paciente, transmitirse a otras
personas y generar grandes costos tanto para los pacientes como para la sociedad.
Esta resistencia antimicrobiana puede ser primaria (cuando la resistencia se genera como una
respuesta a un tratamiento incompleto) o secundaria (cuando la infección es producida por un
microorganismo resistente)
¿Cuál es la diferencia entre la resistencia a los antibióticos y la resistencia a los
antimicrobianos?
En las bacterias se pueden producir modificaciones en respuesta al uso de antibióticos que se
prescriben para tratar distintas infecciones bacterianas (neumonía, infecciones de las vías
urinarias, infecciones sanguíneas, etc.). Estos cambios en las bacterias hacen que los antibióticos
dejen de ser eficaces, en este caso hablamos de resistencia antibiótica.
La resistencia a los antimicrobianos es un término más general que abarca también las resistencias
a fármacos utilizados para tratar infecciones causadas por otros microorganismos, tales como
parásitos (por ejemplo, los helmintos o el parásito que causa el paludismo), virus (como el VIH) y
hongos (como la cándida).
¿Cómo se produce la resistencia?
La resistencia ocurre rápidamente debido al uso excesivo e indebido de los antibióticos durante un
largo período de tiempo; por ejemplo, cuando no se completa el tratamiento con antibióticos
según lo prescrito, y cuando se usan antibióticos en la agricultura para promover el crecimiento de
los animales. Las bacterias se multiplican tan rápido, que incluso si tuviéramos el antibiótico
perfecto, la resistencia aún podría ocurrir.
Cada vez que usamos antimicrobianos, existe la posibilidad de que algunos microorganismos
sobrevivan debido a cambios en su ADN. El ADN puede crear esos cambios para la supervivencia,
como, por ejemplo:
- Cambiar la superficie de la célula bacteriana, evitando que los antibióticos se adhieran o
entren.
- Hacer bombas que expulsen los antibióticos antes de que tengan la oportunidad de
funcionar.
- Crear enzimas que “neutralicen” los antibióticos.
Los antibióticos eliminarán a la mayoría de las bacterias, incluidas las bacterias buenas para
nuestro cuerpo. Pero las bacterias con estas ventajas pueden sobrevivir y reproducirse.
Las bacterias resistentes pueden transmitir los cambios en su ADN a sus descendientes, o incluso a
veces entre sí, para generar nuevas cepas de bacterias resistentes a los antibióticos.
¿Qué podemos hacer para luchar contra la resistencia?
- El primer paso es educar a los prescriptores y usuarios para hacer un uso adecuado de los antimicrobianos. No automedicarse, utilizar las dosis adecuadas y con los intervalos adecuados.
- El segundo paso es prevenir las infecciones como es las inmunizaciones y el lavado adecuado de las manos.
- Al aplicar los antibióticos específicos para las bacterias que causan las infecciones, los profesionales de la salud pueden combatir la resistencia a los antimicrobianos al reducir la cantidad y la potencia de los antibióticos que toman los pacientes. ¡Se debe tener cuidado de comprobar que las infecciones no sean ya resistentes a los antibióticos!
- Además, no se deben administrar antibióticos para las infecciones virales como los resfriados o la gripe, ya que los antibióticos no combaten a los virus.
- Hay que recordar que el mejor antimicrobiano no es el de amplio espectro, sino el que es más específico para el microorganismo causante de la infección.
¿Cuáles son estas bacterias resistentes?
Muchos tipos diferentes de bacterias han desarrollado resistencia a los antimicrobianos, pero algunas son más preocupantes que otras.
- La tuberculosis, o TB, es la principal causa de muerte por enfermedades infecciosas en el mundo, ya que cobra más de un millón y medio de vidas cada año. La tuberculosis es difícil de tratar, y algunas cepas resistentes necesitan años de tratamiento diario con múltiples medicamentos, incluyendo meses de inyecciones dolorosas y efectos secundarios graves que pueden dejar sordos a los pacientes.
- La gonorrea es preocupante porque las cepas se han vuelto resistentes a todos, excepto a unos pocos antibióticos. Esta enfermedad de transmisión sexual puede compartir sus genes resistentes entre bacterias, aumentando la velocidad de la resistencia.
- El Staphylococcus aureus está en todas partes: en nuestros artículos personales, nuestra piel, incluso en nuestra nariz. El estafilococo generalmente no es dañino, pero cuando lo es, puede ser difícil de tratar, especialmente en los casos de Staphylococcus aureus resistente a la meticilina, o SARM, que ahora es portado
por un 2% de los estadounidenses.
Esta meta se estableció en las Reuniones de Alto Nivel de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre las ENT de 2011 y 2014, en las que se reafirmó la función de liderazgo y coordinación de la OMS en la promoción y el seguimiento de la acción mundial contra las ENT. En 2018 la Asamblea General de las Naciones Unidas celebrará una tercera reunión de alto nivel sobre las ENT para examinar los progresos realizados y establecer un consenso sobre lo que queda por hacer entre 2018 y 2030.
A fin de prestar apoyo a los esfuerzos de los países, la OMS elaboró el Plan de acción mundial para la prevención y control de las enfermedades no transmisibles 2013-2020, que contiene las nueve metas mundiales que tendrán el mayor impacto en la mortalidad mundial por ENT y que abordan la prevención y la gestión de estas enfermedades.